Me quedé sin hojas.
No puedo usar eso como excusa para no dibujar, para no hacer.
Si hiciera válida esta excusa, tendría que hacer válido un dolor de cabeza para no trabajar o un poco de cansancio para quedarme todo el día en la cama… Bueno quizás estoy llevando el concepto demasiado lejos, si uno no se siente bien creo atinado el descanso, pero no por la falta de hojas!
Volvamos a mi escasez de papel. Me puse a revolver cajones a ver si encontraba donde dibujar y encontré un montón de tickets que guardaba para algún día controlar mis gastos - cosa que jamás ocurrió-.
Así fue como empecé a dibujar en tickets de supermercado.
Más allá de lo divertido del asunto acá viene el concepto y la parte interesante: el papel es de pésima calidad. Es demasiado fino, se arruga y eso no es lo peor, después de un tiempo se empieza a borrar el dibujo y desintegrar.
Esto me lleva a pensar que los dibujos que hago en los tickets no durarán para siempre. Nada dura para siempre, pero estos menos que menos ja, ja.
Los dibujos que hago en los tickets no durarán para siempre. Nada dura para siempre, pero estos menos que menos.
Podríamos tomar el hecho de la temporalidad de estos dibujos como algo negativo, pero yo lo tomo como algo positivo, lo uso para sacarme presión de encima. Si lo que dibujo está “mal” no importa, total lo voy a ver deshacerse acá en mi estudio dentro de pocos meses.
Ese pensamiento es todo lo que necesito para animarme a dibujar, a equivocarme a hacer algo que quizás no me guste.
¿Qué es lo peor que puede pasar? Que tire el ticket a la basura... donde debería estar.
Ahora sí, a dibujar!